martes, 16 de febrero de 2010

The Wolfman (2010)

(El Hombre Lobo)
Dirigida por Joe Johnston
Escrita por Andrew Kevin Walker y David Self
Con Benicio del Toro, Sir Anthony Hopkins, Hugo Weaving y Emily Blunt
Música de Danny Elfman
Universal Pictures
Estados Unidos - Inglaterra, 2010
102 minutos

"Even a man who is pure of heart
and says his prayers at night
may become a wolf,
when the wolfsbane blooms
and the autumn moon is bright..."

Estoy seguro que todo fan de los hombres lobo recuerda este adagio citado por primera vez en voz de Evelyn Ankers en aquella clásica producción de la pantalla plateada; mismo que se ha convertido en todo un referente del folklore licántropo, desde algunos cuentos hasta una canción de Iced Earth, y debo decir que me emocioné muchísimo cuando supe que nuevamente sería llevado a la pantalla grande. El tan esperado remake del clásico Hollywoodense de 1941, The Wolfman, por fin ha llegado a los cines después de un larguísimo retraso; y todos los amantes del terror y los monstruos nos hemos dado cita en los últimos días para verlo. Con grandes expectativas, a pesar de la tendencia actual de rehacer (o deshacer) los grandes títulos de terror modernos, tomé mi asiento en la sala y me entregué a esta obscura fantasía gótica. Ahora, estimados lectores, entren de nuevo conmigo a los siniestros parajes de Blackmoor, Inglaterra.

Lo primero que habría que decir, pues fue evidente desde los primeros anuncios de la producción y quedó por completo manifiesto cuando salió el primer trailer, es lo perfecto del casting. ¿Qué otro actor podría haber emulado el aire trágico y melancólico de Lon Chaney Jr. sino Benicio del Toro? Sir Anthony Hopkins, de quien no hay mucho realmente que decir, pues su extraordinaria trayectoria habla por sí misma, suple al no menos legendario Claude Rains en el papel del padre de nuestro desafortunado protagonista; Emily Blunt releva a Evelyn Ankers en el papel de la damsel in distress, Gwen Conliffe; Geraldine Chaplin toma el papel de Maleva la gitana, interpretado originalmente por Maria Ouspenskaya; y Hugo Weaving aparece en el papel del Inspector Abberline, personaje real quien es recordado por haber estado a cargo de la investigación en el caso de Jack el Destripador, y quien no aparece en la versión original de 1941. Actores grandes todos, actores talentosísimos (tendría mis dudas si acaso un poco de Emily Blunt) que sin duda entregan lo que prometen; y en este sentido la película no falla. Pero bueno, ya que estamos hablando de los grandes, Rick Baker, que tiene una nada despreciable experiencia en hombres lobo (An American Werewolf in London, The Howling) se encarga del maquillaje y creación de los monstruos, trabajo que estuviese a cargo del inolvidable Jack Pierce en la década de los cuarenta. Baker triunfa en realizar una versión actualizada del trágico monstruo de Pierce, conservando perfectamente su esencia pero dándole una nueva brutalidad y fiereza que dotan al personaje de una actual frescura, muy del siglo XXI. Y esta frescura, amigos míos, le encontraremos en toda la producción, al menos en cuanto a arte visual, atmósfera y sonido.

Estamos, amigos míos, ante una película realmente obscura. El diseño de escenarios, desde el civilizado Londres victoriano hasta el desolado y rural Blackmoor, consigue recrear ese aire siniestro característico de la narrativa gótica y, con ayuda de la extraordinaria fotografía, The Wolfman reimagina muy satisfactoriamente esa atmósfera brumosa y fría que tuvieran las primeras películas de monstruos de Universal Studios. La caracterización de los personajes es buenísima, los atuendos hechos con milimétrica precisión, y podríamos decir que el imaginario histórico sobre el que esta película se construye está perfectamente desarrollado. No hay fallas aquí, pues The Wolfman logró plasmar una obscuridad muy profunda que otras han intentado, sin éxito, tener. Talbot Hall es, a mi parecer, un perfecto ejemplo de lo que un set de una película (digamos clásica) de terror debe ser. La escenografía surge, amigos míos, como elemento protagónico de esta película, dotándola de profundidad visual y contenido contextual. A favor de esta atmósfera trabaja, continuando, el poderoso score a cargo de Danny Elfman, quien dice haberlo basado en el compuesto por Wojciech Kilar para el Bram Stoker's Dracula de Coppola; considerado uno de los mejores de la historia del cine. Cabe destacar que este score fue rechazado al principio, pero después decidieron sí usarlo... y bueno, creo que si lo hubieran desechado la película hubiera perdido el 50% de su fuerza. Elfman es ya una leyenda, no hay manera de negarlo, y la música que compuso para The Wolfman está definitivamente a la altura de su trabajo anterior. Pero bueno, para pasar al siguiente punto quisiera reiterar que, en cuanto a arte se refiere, esta película es perfecta y no los va a decepcionar.

Sin embargo no todo es miel sobre hojuelas, The Wolfman tiene debilidades. Una falla que noté muy claramente, en relación al párrafo anterior, fueron los animales... ¿Qué onda con el oso y el venado en CGI? Están completamente fuera de lugar, desarrollados en otro estilo por completo, y sacan al espectador, durante sus afortunadamente breves apariciones, del realismo que la película pretende construir. Pero bueno, ya adentrándonos en las verdaderas fallas de nuestro film hoy reseñado, tienen nombre y apellido: EL GUIÓN. El guión es malo, sin más. Creo que la gente que escribió The Wolfman, en su intento por darle un giro a la historia original, perdió por un momento de vista el punto de la historia y se desvió hasta un punto en que era irrecuperable. ¿Dónde vemos esto muy claramente? En el papel de los gitanos y el del Inspector Abberline. Sin duda los que hayan visto la película original, recordarán el rol importantísimo que la caravana de gitanos jugaba en la historia, y aquí no solo quedó por completo relegado, sino que podría no aparecer del todo. Si quitáramos esas breves, insípidas y en general intrascendentes intervenciones romanís, la película sería exactamente la misma. Lo mismo con el personaje de Hugo Weaving, que aunque interpretado muy bien (muy al estilo del Agent Smith), realmente no pinta en la película y era completamente innecesario. No se, la verdad, porqué usar al histórico Abberline si no se pretende explotarlo (pudieron haber surgido un par de cosas interesantes por ahí en relación al caso del Destripador). Y bien, la resolución en conjunto de la historia no me dejó muy satisfecho, quedan muchos cabos sueltos por ahí, y termina siendo exageradamente predecible. A veces lenta, a veces demasiado rápida, la historia que nos cuentan no es para nada magistral.

Sin embargo, creo que estas fallas de guión no trabajan en detrimento de la película tanto como podría pensarse. Me preguntarán "¿Por qué, oh Dr. Acula?" Porque, estimados lectores, creo que The Wolfman es una película mucho más encaminada a ser de acción/terror que la pieza existencialista que podría pensarse, y en ese sentido, la película vale mucho más por cómo se ve y se siente que por lo que realmente dice. Definitivamente pudo haber sido una leyenda instantánea con un mejor guión, pero tendremos que quedarnos con este digno remake bañado en luz de luna.

Estimados lectores, The Wolfman es una película que definitivamente vale la pena ver. Insisto, no esperen mucho del guión, pero sí del arte visual y de la potencia que esta película hoy reseñada tiene en la pantalla. Por ser muy, muy obscura, fuerte, por haber recreado bien al que fuera el más trágico de los monstruos de Universal Studios, ¡Susto! y Aparte reconoce a The Wolfman con 4 lunáticos diablos:

miércoles, 10 de febrero de 2010

Twilight Zone: The Movie

(Dimensión Desconocida: La Película)
Dirigida por John Landis, Steven Spielberg, Joe Dante y George Miller
Escrita por John Landis, George Clayton Johnson, Richard Matheson y Jerome Bixby
Con Dan Aykroyd, Vic Morrow, Scatman Crothers, Kathleen Quinlan y John Lithgow
Música de Jerry Goldsmith
Warner Brothers
Estados Unidos, 1983
101 minutos

"You unlock this door with the key of imagination.
Beyond it is another dimension.
A dimension of sound. A dimension of sight. A dimension of mind.
You're moving into a land of both shadow and substance, of things and ideas.
You've just crossed over into... the Twilight Zone!"

turururuturururu... Si hablamos de series de televisión vintage de culto, si discutimos programaciones de media noche con temáticas de terror, misterio y lo anormal, tenemos tres referentes principales: The Outer Limits, Alfred Hitchcock Presents y The Twilight Zone. Estas tres series forjaron un arquetipo muchas veces imitado, pero pocas veces igualado; y sirvieron, de una u otra manera, como inspiración para muchos de los grandes directores modernos de terror. No es de extrañar entonces que bajo la producción de Steven Spielberg, él mismo, John Landis, Joe Dante y George Miller se hayan dado a la tarea de llevar The Twilight Zone a la pantalla grande, de homenajearla, de rendirle el culto que por derecho le corresponde.

Esta producción de 1983, como mencioné anteriormente, es un homenaje al original en toda la extensión de la palabra. Twilight Zone: The Movie se divide en cuatro segmentos que son, básicamente, referenciales a o re-makes de episodios originales de la serie; cada uno a cargo de uno de los directores citados. Tenemos, además, una introducción y un epílogo auto-referenciantes, así como las indispensables introducciones narradas en cada segmento (el narrador en esta película es Burgess Meredith, nombre frecuente en la serie original). Y bien, sin duda hay grandes nombres, nombres pesados, aquí. La película definitivamente está hecha con la calidad que tales implican, sin embargo, Twilight Zone: The Movie vale la pena exclusivamente por dos de los segmentos; el de Joe Dante y el de George Miller. Pero bueno, estimados lectores de ¡Susto! y Aparte, sin más, adentrémonos en la dimensión desconocida.

La película abre con un autoestopista (Dan Aykroyd) y el conductor escuchando a Creedence Clearwater Revival en una carretera obscura. La cinta se estropea y entonces los dos se ven forzados a entablar una conversación para pasar el tiempo. El conductor propone tararear temas de series de televisión y el pasajero las tiene que adivinar, y que creen, tararea el tema de The Twilight Zone. Discutiendo acerca de la serie, los episodios y más cosas relacionadas, John Landis nos entrega un climax, si bien predecible, digno de la introducción al corpus de la película.

Pasamos al primer segmento (basado ligeramente en los episodios "A Quality of Mercy" y "Deaths-Head Revisited"), dirigido también por John Landis. En este, un racista intolerante (Vic Morrow), amargado por no haber obtenido una promoción laboral que le dieron a un judío, y abiertamente en contra de la presencia de negros y orientales en su natal E.U., recibe una sopa de su propio chocolate: inexplicablemente, al salir de un bar, comienza a viajar por el tiempo. Primero es transportado a la Francia ocupada por los Nazis, donde es percibido como un judío, y tendrá que correr para sobrevivir. Lo mismo será cuando viaje al Estados Unidos rural de los 50's, donde el Klu Klux Klan parece estar convencido de que nuestro desafortunado protagonista es un negro que merece morir, y finalmente en Vietnam, donde los soldados estadounidenses no pretenden menos que darle un buen baño de plomo... por ser vietnamita, desde luego. La verdad, amigos míos, es que este segmento no tiene nada de particular ni destacado (es bastante malo, de hecho, quién sabe qué le pasó a John Landis) de no ser por la desafortunada historia que le acompaña. Durante la filmación de la secuencia de Vietnam, un accidente en un helicóptero usado en el set cobró la vida de Vic Morrow y dos niños vietnamitas, lo que le costó una seria bronca legal a Landis y el equipo de producción. Pero bueno, para pasar al siguiente segmento, repito: el primero flojo, muy flojo.

En el segundo, en manos de Steven Spielberg (remake del episodio "Kick The Can"), un viejito de muy-conveniente-nombre Mr. Bloom (Scatman Crothers), llega a un asilo de ancianos donde la mayoría de los huéspedes ha perdido todo interés en la vida. Pero el buen Bloom tiene un as bajo la manga que le permitirá a sus cohabitantes recordar, o más bien recuperar la vitalidad de la niñez, simplemente jugando a patear el bote. Y bueno, aunque castear a Scatman Crothers fue una excelente decisión (algunos podrán recordarlo como Dick Halloran en The Shining de Stanley Kubrick), este segmento es el más flojo de toda la película, el más aburrido, completamente prescindible. Es curioso, de hecho, como los dos pesos pesados de esta película (Joe Dante y George Miller eran prácticamente desconocidos en esos entonces) son los que fallan en dotar a Twilight Zone: The Movie de garra e interés, mientras que los otros dos se lucen como los cánones indican, lo que me lleva a...

...el tercer segmento de la película (más o menos basado en el episodio "It's a Good Life"). En este, Joe Dante nos entrega la historia de un niño, el pequeño Anthony (Jeremy Licht), al que una maestra de escuela, Helen (Kathleen Quinlan) accidentalmente derriba de su bicicleta. Para compensarlo lo lleva a su casa, donde la "familia" de Anthony, para complacerle, la invita a cenar por la simpatía que le ha ocasionado al pequeño. Helen y el espectador notan, no sin una buena dósis de humor negro y excentricidades, el miedo terrible que sus "familiares" le tienen a Anthony... y descubriremos el terrible secreto que guarda: puede hacer realidad cualquier cosa que se imagine. Puede convertir su casa en una salida de una caricatura, desaparecer gente, borrarle la boca a alguien... lo que sea. Oh si, qué miedo. Ya ya, pequeño Anthony, ¡lo que tu digas! Este segmento, a mi parecer, es lo mejor de Twilight Zone: The Movie. Qué bárbaro, Joe Dante, aquí se ve claramente la carrera brillante que el futuro le deparaba. Este segmento logra transmitir con toda eficacia el espíritu de la serie, la rareza, el miedo, lo absurdo; además de hacerlo casi chusco, caricaturesco...infantil, algo que hubiera podido salir perfectamente de la mente de un niñito. Los sets usados para este quasi-episodio-televisivo de verdad que no tienen vergüenza. La casa donde viven Anthony y los demás es como la Casa de la Risa de una feria cualquiera, pero filtrada por esa casi imperceptible anormalidad que le da a toda la escenografía cualidades inquietantes, de la dimensión desconocida. Así mismo con el maquillaje y vestuario de los personajes, sin mencionar los maravillosos efectos especiales, el diseño ochenterísimo pero impecable de los monstruos y la inolvidable, perfecta, escena animada. Valiosísimo, este pequeño-gran homenaje de Dante. Continuemos ahora con la otra parte muy digna de mención de esta película.

George Miller nos deleita con un remake del ya más que legendario episodio "Nightmare at 20,000 Feet", basado en la historia del renombrado Richard Matheson. En este, el nerviosísimo pasajero de un vuelo (John Lithgow), aerófobo, sufre de un ataque de pánico cuando el avión entra en una muy fuerte turbulencia. Pero eso no es nada comparado con lo que viene después, pues al asomarse por la ventana, nuestro nervioso amigo jura ver un ser monstruoso, posiblemente un gremlin, destruyendo una turbina del avión. Y después, todos sabemos lo que pasa: el pobre empieza a perder la cordura, nadie cree en lo que dice y prácticamente es arrestado por seguridad de los demás pasajeros. Una historia virtualmente infalible, sí, pero incluso el oro se puede deshacer en manos de los tontos. Afortunadamente este no es el caso de George Miller, quien logra producir una versión muy de disfrutarse y obscura de este pequeño relato ya tan bien guardado en la memoria colectiva. La producción de esta parte a cargo de Miller es buenísima, muy buenos efectos especiales y actuaciones sin duda profesionales. El segmento, como finale, deja un buen sabor de boca, y nos lleva al epílogo, en el que retomamos al conductor con su autoestopista, quienes se encargan de cerrar la película definitivamente.

Y aquí terminamos hoy, estimados seguidores de ¡Susto! y Aparte. Para los que les dio flojera leer todo el post, resumiré diciendo que la película hoy reseñada, Twilight Zone: The Movie, vale la pena exclusivamente por los segmentos dirigidos por Joe Dante y George Miller, y sin duda aquellos que gusten de la serie de TV los van a disfrutar muchísimo. Sin embargo, como hay otros dos segmentos medio malos y prescindibles, esta producción de 1983 se va hoy con 3.5 desconocidos diablos: