viernes, 27 de noviembre de 2009

Fragile

(Frágil)
Dirigida por Jaume Balagueró
Escrita por Jaume Balagueró y Jordi Galcerán
Con Calista Flockhart y Elena Anaya
Música de Roque Baños
Castelao Producciones / Future Films
España - Reino Unido, 2005
93 minutos

Es bien sabido, queridos lectores de este espacio, que soy muy afecto a lo que podríamos llamar, tradicionalmente, el cuento gótico de terror. Para mi, hay pocas cosas tan gratificantes como un buen relato de fantasmas, de locaciones obscuras y remotas, tormentas e historias del pasado; cosa que esta película del catalán Balagueró pintaba para ser. Sin embargo creo que, como la gran mayoría de su obra, Fragile es una película fallida que tuvo buenas oportunidades y bases para ser algo mucho mejor. Adéntremonos pues en el mundo de esta producción Birtánica-Española.

Fragile narra la historia de Amy Nicholls (Flockhart), una enfermera que es enviada al aislado Hospital para niños Mercy Falls, que está a punto de cerrar sus puertas por no poder brindar más un servicio adecuado. Ahí, Amy intenta dar a los pequeños enfermos un poco de alegría y esperanza, desarrollando un lazo particularmente fuerte con Maggie, una niña que sufre de fibrosis quística. Maggie le platica la historia de Charlotte, un fantasma que se dice merodea por el clausurado segundo piso del hospital y a quien los niños se refieren como la niña mecánica. Después de ciertos incidentes en Mercy Falls, Amy concluye que tal vez exista algo de cierto en la hisotria de la niña mecánica, pues el miedo de los niños cada vez parece más plausible. Y así, Amy descubrirá el secreto que esconde el segundo piso de Mercy Falls, la verdadera hisotria de la niña mecánica y el peligro en el que se encuentra la vida de los niños. Un buen planteamiento, sí, muy sencillo. La atmósfera general de la película está bien construida en el aspecto visual, los sets son buenos y la fotografía funciona. Sin embargo, creo que es en la narrativa donde Balagueró flaquea. Fragile falla en alcanzar la intensidad que ambiciona. Aunque tiene un buen principio de donde partir, como mencioné al principio de este post, la película se vuelve lenta en cuanto a desarrollo y no consigue despertar un interés profundo en el espectador. El clímax de la historia propiamente tarda mucho en llegar y, el giro que da, no es del todo satisfactorio. Además, las actuaciones en general son bastante medianas y carentes de fuerza, lo que actúa en detrimento de la película junto con la prácticamente inexistente música. Y algo que era un poco de esperarse es que Fragile usa muchos de los clichés del cine de terror que ya prácticamente parecen de catálogo de guiones. Insisto, una trama no necesariamente tiene que ser muy compleja para ser exitosa, pero tampoco puede suponer valerse de cosas que se han hecho una y otra vez, pocas veces con un buen resultado. Esperen el típico flashback en sepias y cinta decaída, a la heroína buscando respuestas en archivos de los 50's y demás parafernalia típica de este tipo de películas.

En cuanto a los puntos positivos de Fragile, hay que mencionar que las apariciones de la niña mecánica están muy bien manejadas, siendo la primera de estas particularmente escalofriante. En este sentido, la película garantiza entregar un par de sobresaltos a los débiles de corazón. De hecho, creo que todas las escenas desarrolladas en el segundo piso del Hospital (donde, como mencione anteriormente, la niña mecánica tiene su guarida) son lo más destacado de la película. Están muy bien manejadas y logran ponerte nervioso. E, insisto, el fantasma está muy, muy bien hecho. Un acierto ahí para el buen Jaume Balagueró.

En fin, mis estimados lectores, debo decirles que en general Fragile es una película prescindible. Les recomiendo que la vean solo si no tienen una mejor opción o de plano están, al igual que su servidor, explorando todo lo que el celuloide obscuro tiene para ofrecernos. Esta producción de 2005 se va hoy con tres medianos diablos concedidos por ¡Susto! y aparte.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Rosemary's Baby

(El bebé de Rosemary)
Dirigida por Roman Polanski
Escrita por Roman Polanski (basado en la novela de Ira Levin)
Con Mia Farrow y John Cassavetes
Música de Krzysztof Komeda
Paramount Pictures
Estados Unidos, 1968
136 minutos

Esta segunda entrega de la Trílogía de los Departamentos de Polanski (junto con Repulsion (1965) y Le Locataire (1976)), es una película extraordinaria. Siendo su debut en los Estados Unidos, Polanski hizo gala de su gran talento artístico con una película macabra, misteriosa, intrigante, sumamente plausible y que, aún dado lo anterior, logra mantener un extraño sentido del humor de principio a fin. Perfecta en su realización y sublime en su trasfondo, Rosemary's Baby es verdaderamente un hito en la narrativa de terror/misterio.

Creo que la mayor virtud de esta película es lo real que es. Polanski, además de haber hecho una de las mejores adaptaciones de un libro jamás, consiguió traducir toda la idiosincrasia de una época en su narración, valiéndose de ella y de los sucesos del año en que se desarrolla para dotar a Rosemary's Baby de una credibilidad pocas veces vista, y las impecables actuaciones de todo el elenco (destacadísimos Mia Farrow, John Cassavetes y Ruth Gordon) completan el hechizo. Esto crea, a mi parecer, un sentido de universalidad que seguirá vigente mientras exista el mundo moderno, pues podremos seguir identificándonos con los personajes, la situación en la que se ven envueltos y la interpretación que hacen de la misma.

Para adentrarnos en este asunto, podemos comenzar diciendo que Rosemary's Baby trata temas muy básicos, enfocados desde la perspectiva del hombre pequeño, del vecino de al lado, en un momento histórico en que tales merodeaban la conciencia general. La historia gira en torno al miedo y la repercusión psicológica del embarazo, en un momento en que las píldoras anticonceptivas, el aborto y la liberación sexual estaban adentrándose profundamente en la sociedad. Como mencione antes, este tema es tratado no en una heroína, sino en una chica cualquiera, frágil como todos, indefensa ante las circunstancias que la envuelven; lo que trabaja completamente a favor del realismo de la película. Polanski construye la narración con verdadera maestría, ayudando al espectador a entender a Rosemary y hacer suyo su delirio, sus interpretaciones oníricas y el pánico que la invade. También universal es la mentalidad de su marido (Cassavetes), quien sufre de una terrible frustración egocéntrica, fruto de la competitividad del moderno Manhattan, que lo deshumaniza al grado de estar dispuesto literalmente a lo que sea con tal de tener un pequeño estímulo profesional. Y, desde luego, encontraremos la temática presente en el resto de la trilogía: el miedo a la vida en la gran ciudad, al bloque de departamentos donde uno tiene que convivir con cientos de extraños, el sentido de pérdida de la privacidad y la creciente paranoia, así como la lucha de la joven pareja clasemediera por sobrevivir en un mundo hostil. También veremos reflejada en Rosemary's Baby la pérdida de fe en las grandes figuras político-religiosas, en el mundo del conocimiento y la vanalización de la ciencia. Los personajes más sabios (Hutch, por ejemplo), el médico y el Papa (aunque sea en implicación) se muestran impotentes, inservibles y ridículos ante el peligro que acecha en el pequeño mundo cotidiano, el peligro de la superstición y la verdad que puede haber detrás de ella. Todo manejado magistralmente.

La película se construye lenta, paso a paso, sin tener prisa jamás. Polanski se toma su tiempo para crear el ambiente de familiaridad tan necesario para que Rosemary's Baby funcione, pues todo el terror se basa en ella. No hay en Rosemary's Baby ni un momento en que se recurra a sustos baratos ni plot twists. Desde muy temprano en la película (con la secuencia onírica de violación), el desenlace va quedando muy claro, sin embargo Polanski no lo vanaliza ni hace que perdamos el interés un solo segundo. Con muchas pistas, anagramas e historias del pasado que se mezclan con el presente, el espectador queda más en un papel de suplicar que Rosemary descifre lo que el ya sabe, sintiendo junto con ella la angustia del mundo que se vuelve cada vez más extraño, más irreal, más fantástico. Todo lo que al principio fuese cotidiano y seguro va convirtiéndose en algo imposible de abarcar psicológicamente, perdiendo toda fortaleza y sentimiento de seguridad. En Rosemary's Baby uno queda expuesto, endeble ante personas de las que no hubiera podido esperarse peligro alguno; de los amables viejitos del departamente de al lado que podrían ser nuestros abuelos. Y, como mencionaba yo al principio, hay un extraño humor presente en toda la película que, lejos de presentar un resguardo para el espectador, contribuye para generar la atmósfera macabra que hace a esta película inolvidable. Incluso el terrible desenlace es presentado de manera relajada, hogareña, sin rastro alguno de la rimbombancia que podría esperarse al tratar una temática similar. Definitivamente, solo un cineasta del calibre de Roman Polanski puede ser capaz de mezclar dos esferas completamente distintas, la del mundo cotidiano con aquel del más terrible peligro sobrenatural de manera tan satisfactoria.

Queridos lectores, Rosemary's Baby es uno de los grandes ejercicios fílmicos del siglo XX, absolutamente recomendada tanto para fans del género como para cinéfilos en general. Por ser una gran obra maestra, perfecta, trascendente y vigente aún para los años venideros, ¡Susto! y aparte la reconoce con 5 muy bien merecidos diablos y recomienda al lector no dejar de verla:

jueves, 5 de noviembre de 2009

Profondo Rosso

(Rojo Profundo)
Dirigida por Dario Argento
Escrita por Dario Argento y Bernardino Zapponi
Con David Hemmings y Daria Nicolodi
Música de Goblin
Seda Spettacoli
Italia, 1975
126 minutos

No creo que sea necesario presentar ante ningún conocedor al indiscutible rey del giallo, pero bueno: Dario Argento, señoras y señores; nombre legendario en el celuloide obscuro, amo y señor del euroterror, que será tema nuestro en esta ocasión con una de sus obras maestras: Profondo Rosso.

Dario Argento es uno de los artistas que ayudaron a forjar el terror moderno, de los que abarcaron el género con mayor prominencia y, sin duda, uno de los directores más influyentes del cine de horror. Logró desarrollar, entre finales de los 60's y mediados de los 80's, toda una serie de características en su obra que la hacen verdaderamente única, con un muy particular acento en el arte visual (posiblemente uno de los directores más barrocos de la historia), características que veremos con mucha claridad en Profondo Rosso. En este thriller psicológico, Argento pudo por primera vez explotar sus sensibilidades cabalmente, entregando una película que hoy goza de un muy buen estado de culto.

Un músico inglés de jazz radicado en Roma (David Hemmings) atestigua el asesinato de su vecina, una mujer psíquica que había estado temiendo por su vida, pero no logra identificar al asesino. Al llegar la policía y la prensa, comienza una alianza con la reportera Gianna Brezzi (Daria Nicolodi) para tratar de esclarecer el asunto al verse obsesionados por ciertos detalles del crimen, buscando pistas y señales que puedan conducirlos a la respuesta; sin saber que se han involucrado en asunto que desatará aún más horror y sangre. A diferencia de otras producciones de Argento, el guión de Profondo Rosso está muy, muy bien trabajado y logra ser verdaderamente intrigante y misterioso. El director italiano riega pistas por toda la película que pueden ayudar al espectador detallista a resolver el misterio, y construye una tensión impresionante, que logra llegar al plano emocional contundentemente. Argento crea un subtexto delicioso, muy metafórico y a veces surrealista, con una serie de tomas y detalles del guión que hablan de la proficiencia de un buen narrador. El final es absolutamente inesperado, hay un par de giros narrativos que logran confundir a quien por primera vez ve Profondo Rosso y mantenerlo al filo del asiento. Desde luego encontraremos mucha sangre, como en la mayoría de su obra, pero los asesinatos de esta película merecen una mención especial: Argento quiso retratar dolor con el que el público pudiera identificarse. ¿Qué significa esto? Pues casi nadie sabe cómo se siente un impacto de bala, pero puedo asegurar que todos sabemos lo que se siente cortarse o quemarse con agua caliente... y ya, no diré más al respecto. Desde luego también veremos los típicos detalles argentescos, como el asesinato visto a través de una ventana o la toma en primera persona de las manos del asesino (la famosa Toma Argento en el argot cinematográfico).

Sin embargo, como recalqué al principio, la obra de Argento destaca sobre todo por su arte visual. El director logra transmitir perfectamente la frialdad psicológica de un asesino, a través de un cuidadoso manejo de la luz y el contraste, un manejo de profundidad de campo impresionante y, desde luego, la personalidad que el director lograba dar a los espacios que utilizaba. Como en otras de sus producciones, nos encontraremos con sets grandilocuentes, exagerados, cuidadísimos, poéticos y, desde luego, protagónicos, algo de cualidades prácticamente de Gran Guiñol; idea reforzada por las tomas de ciertos objetos cotidianos, juguetes y detalles mórbidos que ayudan a construir toda una atmósfera de intranquilidad. Y en cuanto al resto de los factores que potencían esta película...¿qué decir de la banda sonora? A cargo de la banda italiana Goblin, la música también se vuelve un tanto protagónica y muy expresiva. Me parece, de hecho, que toda la música que hizo Goblin para películas de Dario Argento merece considerarse dentro de los mejores soundtracks de películas de terror de la historia. Verán cómo logran conducir al espectador a un estado mental necesario para entrar en la historia, cómo logran dejarnos intranquilos con algo tan bien hecho (habría también que escuchar, para este efecto, la música de Suspiria; obra maestra de Argento).

En fin, Profondo Rosso es una película sumamente buena, esquizofrénica, gótica, sangrienta, intrigante y muy artística; más que recomendada por ¡Susto! y aparte. En mi opinión solo superada por Suspiria en la obra de Dario Argento, Profondo Rosso es una película imprescindible para cualquier verdadero fan del género y se va hoy con 4.5 bien ganados diablos:

BONUS: Como siempre, ¡Susto! y aparte se enorgullece de compartir con sus lectores. Busquen el link para descargar la banda sonora de Profondo Rosso en los comentarios.

martes, 3 de noviembre de 2009

Halloween II (2009)

(Halloween II)
Dirigida por Rob Zombie
Escrita por Rob Zombie
(personajes creados por John Carpenter y Debra Hill)
Con Tyler Mane y Scout Taylor-Compton
Música de Tyler Bates
Dimension Films
Estados Unidos, 2009
105 minutos


Todos sabemos lo que una película de Rob Zombie implica: más rock, más gore, más halloween lore y, desde luego, más mujeres voluptuosas desnudas. En mi opinión, Rob Zombie ha logrado crear toda una imágen estética de su obra, desde su música hasta sus películas, que la dota de una frescura sumamente buena. Sin embargo, Halloween II es una excepción.

Yo soy una de esas personas que disfrutaron mucho las producciones anteriores de Rob Zombie, como The House of a Thousand Corpses y The Devil's Rejects, y sí, también el remake de Halloween. Las dos primeras son películas muy sinceras, ambiciosas y bien logradas; tienen toda una coherencia temática-estética que las dispara durísimo; y, aunque el remake de Halloween no es estuvo tan bien logrado, era de cualquier manera una buena experiencia, muy disfrutable, un buen tributo al original de Carpenter. Pero, queridos lectores, siento que Rob Zombie olvidó en esta entrega los valores que había aplicado a sus otras películas y acabó siendo un poco desastroso.

Quiero comenzar diciendo que el guión es muy malo, prácticamente carente de suspenso y con elementos más allá de lo soportablemente predecible. Rob Zombie no logra darle a la película el interés que le dió a la anterior, por ejemplo, con toda la infancia de Michael Myers (brillante la actuación del pequeño Daeg Faerch, se le extrañó mucho en esta entrega) y, los elementos que para tal fin incluye en esta no son más que un poco ridículos; las secuencias oníricas-¿reales?-fantasmagóricas no funcionan en ningún nivel, no aportan mayor luz a la psicología del asesino (que gran parte de su encanto recide en su simplicidad...Michael Myers is just plain evil) y, a final de cuentas, solo trabajn en detrimento de la producción. Los personajes pierden todo su interés en esta entrega y se convierten en estereotipos aburridos y un poco molestos: el Dr. Loomis (Malcolm McDowell) termina siendo un egocéntrico escritor sensacionalista y amoral en busca de fama, cuyo único rol en la película parece ser provocar que Laurie (Scout Taylor-Compton) descubra que es la hermana de Michael Myers. Y creo, a todo esto, que Laurie Strode/Angel Myers (Taylor Compton) es el peor personaje de la película, francamente insoportable. El adolescente mugroso, derrotado, rudo, grunge y f***** up como que ya fue, aceptémoslo. Pero bueno, si vas a construir un personaje de tal anturaleza, mínimo intentar darle algo de interés (no "Ay, soy hermana de M.M., vamos a drogarnos y emborracharnos") y hacerlo congruente. Es decir, es creíble que alguien quede transtornado y con nulas ganas de vivir después de sobrevivir a un ataque de Michael Myers, pero lo que de plano no procede es que esa misma persona tenga un poster gigantesco de Charles Manson en su habitación... no Rob Zombie, mal. Y para concluir el asunto de los personajes, ni qué decir de Deborah Myers. Yo nunca me he quejado de que Rob Zombie esté siempre dispuesto a lucir a su preciosa esposa Sheri Moon Zombie, pero aquí si de plano nada más vió como la metía para tenerla en la nómina, sin pies ni cabeza.

No se, me parece que en Halloween II los términos white trash-tornado bait-redneck adquieren toda otra dimensión que no está nada padre. Aburrido, simplón, mugroso; toda la película se baña de sus defectos. La fotografía es demasiado obscura; al querer exagerar con la suciedad de los ambientes, Zombie terminó con algo en general ilegible y que le falta muchísimo contraste de luz, mucha más intención. En The House of a Thousand Corpses, había logrado darle a este tipo de personajes y ambientes un interés extraordinario, divertidísimo y si, aterrador. Aquí no, sólo sacó a relucir su lado malo, lo peor de los personajes, lo peor de los sets, lo peor de la dirección. En general, Halloween II es una película fallida, poco ambiciosa y que no logra salir del standard del cada vez más aburrido slasher. Espero de verdad que Rob Zombie entregue algo mejor en el futuro, pues creo que es un artista con mucha credibilidad y con un talento que da para muchísimo más que la película que reseñamos este día.

Sin más, por ser una película mala y prescindible de un director que ha demostrado poder dar cosas muy buenas, ¡Susto! y aparte le otorga a Halloween II dos fallidos diablos: